Santa María La Real de Cillamayor










Otra de estas iglesias interesantes para nuestro estudio por su iconografía, es la de Santa María La Real de Cillamayor, situado el pueblo al Este de Villanueva de La Torre, pero ya en la zona de Aguilar.


Parece que fue lugar de realengo y el que tuviera estas características nos lo pone de manifiesto el primer documento conocido que hace referencia a este pueblo, por el que sabemos que en 1285 Sancho el Bravo concede un privilegio al Abad de Aguilar cediéndole este monasterio entre otras cosas (Museo Español de Antigüedades. Manuel de Assas: “El Monasterio de Aguilar de Campoo”,  pág. 610. Nota sacada de: García Guinea 1990, pág.241). Esto nos demuestra el carácter de realengo que debió tener hasta esta fecha el lugar de Cillamayor.


La iglesia se conserva casi en su integridad, sobre todo la parte correspondiente a la cabecera, y en cuanto a su contexto socio-religioso, formaría parte, quizás, de uno de esos tantos otros monasterios, existentes en la montaña santanderina, independientes y refractarios a la regla benedictina desde sus comienzos, pues sabemos que existían muchos que se mantenían así,  gozando de personalidad propia, y perseverarán, aunque dependientes del patronato real. (Logendio y Rodríguez, 1985, pág. 115)


Por lo que respecta a su plástica, presenta canecillos alrededor de toda la iglesia, pero mientras que los del muro sur y norte son sencillos de proa de nave, los del ábside son iconográficos. La mayoría de ellos atañen a nuestra iconografía, pudiendo ver entre ellos a una serie de personajes, monjes la mayor parte de ellos por la forma con que tienen de cubrirse la cabeza, que pertenecerían al monasterio del que formaría parte esta iglesia.


El semicírculo del ábside termina con una serie de figuras cuya iconografía muestra diferencias con la de los anteriores. Nos faltan los restantes canecillos que corresponderían al muro norte del presbiterio, y es una pena, pues, ante las diferencias observadas, podrían aclararnos más las cosas.


En cuanto a la plástica del interior, y como ya estamos acostumbrados a ver en estas iglesias que no traspasan la primera mitad del S. XII, los capiteles del arco triunfal presentan leones superpuestos y afrontados en el esquinal y águilas de alas explayadas respectivamente.

 



CANECILLOS DEL ÁBSIDE

 

Son en total dieciocho los conservados. De izquierda a derecha tenemos:

 

 

 

 

  1. Can.Abs. I: Posiblemente un enmascarado.

  2. Can.Abs. II: Hombre sedente, sujeta algo entre las manos.

  3. Can.Abs. III: Hombre sentado, aparentemente desnudo.

  4. Can.Abs. IV: Completamente deteriorado.

 

 



 

 

 

 

 

 

Can.Abs. V: Clérigo juglar.

Can.Abs. VI: Animalístico. Liebre o conejo.

Can.Abs. VII Hombre sedente y desnudo.

Can.Abs. VIII: Clérigo juglar.

Can.Abs. IX: Figura varonil sedente y desnuda.

 

 

 

 


 

Can.Abs. X: Clérigo juglar.

Can.Abs. XI: De muy difícil identificación. Sólo se perciben unas formas   inciertas. El estado de conservación es bastante malo.

Can.Abs. XII: Figura varonil en posible actitud onanista.

Can.Abs. XIII: Figura humana sentada y en posición invertida.

Can.Abs. XIV: De difícil identificación parece animalístico. Una liebre o conejo.

 

 

 


 



 

 



Can.Abs. XV: Figura humana que parece llevar algo al hombro.

Can.Abs. XVI: Animalístico. ¿Macho cabrío?

Can.Abs. XVII: Figura humana sedente y quizás barbada, que parece llevar algo en ambas manos.

Can.Abs. XVIII:Figura varonil barbada con túnica hasta los pies, y llevando algo entre las  manos.

 

 

 


Atendiendo a una descripción iconográfica más detallada, el Can. Abs. I está bastante erosionado. Su rostro es de rasgos muy indefinidos. Sus ojos parecen que están horadados, por lo que podría ser también una máscara. No obstante no podemos asegurarlo, puesto que le faltan los brazos, y los pies están también bastante deteriorados.





En el siguiente, Can. Abs. II, se encuentra un hombre sentado a caballo sobre una especie de piedra. Lleva la cabeza cubierta, y parece sujetar algo entre las manos que le sube por ambos lados hasta el cuello. No podemos precisar si va desnudo o vestido.


Ya la desnudez se hace patente en el Can. Abs. III, en donde un hombre sentado hace algún gesto con las manos, aunque no podamos precisar el qué.







 


La temática juglaresca hace su aparición en el Can. Abs. V, en el que una figura humana, al parecer un músico, lleva una especie de flauta entre las manos.


El Can. Abs. VII presenta a un hombre sentado de expresión solemne y desnudo, con las manos juntas entre las piernas.

 

 

 

 



 

 


Un músico tocando el arpa viene a continuación, Can.Abs. VIII. La desnudez de su cuerpo es también patente, y como todos los otros se cubre la cabeza con una especie de gorro.


En el Can. Abs. IX tenemos a una figura humana muy similar a las anteriores, tiene las manos entre las piernas, pero, debido a la erosión de esta parte, es difícil precisar si en su estado primitivo mostraría entre ellas el falo, no obstante, todo parece indicar que sí.

 

 

 

 

 





De nuevo nos encontramos con otro músico en el Can. Abs. X. Se trata de otro arpista. El instrumento que sujeta entre las piernas es de forma distinta al que vimos anteriormente en el Can. Abs. VIII, pero la manera de sujetarlo y tocarlo es la misma. Quizás la distinta forma del instrumento se deba en parte al mal estado de conservación del canecillo, pues éste se encuentra mucho más erosionado.

 

 

De muy difícil identificación es el Can. Abs. XI. Sólo se perciben unas formas inciertas que no sabemos a qué pueden pertenecer. Lo más claro de toda la composición es una especie de cuello muy largo, que desde el ángulo izquierdo del canecillo se prolonga hasta más abajo de la zona central, terminando en una cabeza que, si bien no es humana, tampoco podemos decir que pertenezca a un animal determinado, siendo el estado de conservación bastante malo.

 


 
 


En el Can. Abs. XII una figura humana que, aunque presenta un cuerpo bastante destrozado, todavía se pude entrever que se lleva la mano izquierdo al falo, pudiera estar hablándonos de un acto onanista.


Una figura humana cabeza abajo es la que muestra el Can. Abs. XIII. Debido al estado de deterioro del canecillo, no podemos percibir si se trate de un hombre o de una mujer, no obstante, por la actitud que presenta (parece que está sentado con las manos juntas entre las piernas), en clara semejanza con los otros, aunque en posición invertida, podríamos decir que se trata de la misma iconografía.



 

 

 


 

 

Otra figura humana es la del Can. Abs. XV. Parece barbada, pero por el estado de conservación poco más podemos decir. Sería muy aventurado afirmar que, al contrario de los otros, éste va vestido, aunque lo parece. Del mismo modo se le intuye el cabello, por lo que ya su cabeza iría descubierta y no se trataría de un clérigo. Aunque sin poder afirmarlo tampoco, parece como si llevara algo al hombro.



El Can. Abs. XVII se encuentra en muy mal estado de conservación, sólo podemos decir que se trata de otra figura humana sedente, y quizás barbada, que parece llevar algo en ambas manos.

 

 

 

 

 

El siguiente, Can. Abs. XVIII, es similar a los anteriores, tanto por el estado de conservación como por su actitud, pero por lo que de él podemos percibir, quizás nos afirma en lo que de los anteriores intuimos. En éste se ve claramente que va cubierto con una especie de túnica que le llega hasta los pies, claramente tiene barba, y entre las manos lleva algo aunque no podamos decir el qué.

 

 Con esta serie de cuatro personajes cuya iconografía muestra diferencias con la de los anteriores, se termina el semicírculo del ábside. Nos faltan los restantes canecillos que corresponderían al muro Norte del presbiterio, y es una pena pues, ante las diferencias observadas, podrían aclararnos más las cosas.



Además de los descritos, tres de ellos son animalísticos, como el Can. Abs.VI y XIV en donde nos aparece la representación de una liebre o conejo, mientras que la del Can. Abs. XVI podría ser posiblemente un macho cabrío. No obstante, este tipo de animales son muy corrientes dentro de la plástica que nos ocupa, diferenciándose perfectamente de una iconografía animalística que aparecerá en iglesias de cronología más avanzada, cuyas representaciones nos emparentan con una fauna más oriental, típica del románico posterior.


Ante lo expuesto hasta aquí, podríamos ver en estas representaciones a una serie de personajes, monjes la mayor parte de ellos por la forma con que tienen de cubrirse la cabeza, que pertenecerían al monasterio del que formaría parte esta iglesia. Nos da pie para asegurar que aquí estaría emplazado un monasterio o convento, el hecho de que tuviese dos entradas, una de ellas cegada al Norte, y otra la actual. (García Guinea, 1990, pág. 242)

 

 



EL INTERIOR


Por lo que respecta a su iconografía interior, los capiteles del arco triunfal, viene a demostrarnos que, en estos primeros momentos de la duodécima centuria, se repite de una manera casi constante la temática del hombre con león en uno de ellos, mientras que en el otro aparece el típico motivo del águila con las alas explayadas.

 


  1. Cap. Drcho. Arc. Tr.: podemos ver tres filas de leones, superpuestas en grupo de a dos,

  2. y de cabeza única, afrontados en el esquinal.

  3. Cap. Izdo. Arc. Tr.: nos aparecen las típicas águilas de alas explayadas en los esquinales.