La Inmaculada Concepción de Crespos





Se encuentra esta iglesia ubicada en el valle de Manzanedo, al Noroeste de la actual provincia de Burgos, y Sureste de la zona que nos ocupa.


Perteneciente a las antiguas merindades de Castilla la Vieja, es esta zona del Norte de Burgos en donde se concentran la mayor parte de restos románicos, y parece ser que fue una zona donde abundaron los monasterios familiares, que dieron lugar a numero sos núcleos de población. (Pérez Carmona, 1974, pág. 256) Es preciso también destacar, que es aquí en este valle, en donde tenemos las iglesias con cronología más primitiva, y cuya plás- tica está emparentada con el tema por nosotros tratado.



La iglesia de Crespos conserva lápida de consagración, por la que sabemos que esto sucedía en el año 1143. Pérez Carmona ve en su plástica influencias probablemente de San Pedro de Tejada, aunque la escultura es más tosca. (Pérez Carmona, 1974, pág.148) No obstante, y aunque el citado autor vea en la plástica de esta iglesia influencias de la de Tejada, creemos que es preciso hacer hincapié que, tanto por su estilo como por su iconografía, nos parece ésta de Crespos anterior. Vendría también a apoyar esta hipótesis, el hecho de que mientras el mismo autor da una cronología para San Pedro de Tejada del segundo tercio del S. XII (Pérez Carmona, 1974, pág.76), aunque no se tenga lápida de consagración, en ésta de Crespos, su lápida de consagración nos atestigua que su construcción bien pudo realizarse en ese primer tercio del S. XII. Además, por lo que respecta a su iconografía, en Tejada ya predomina una iconografía eminentemente religiosa, aunque queden recuerdos de la iconografía por nosotros tratada en los canecillos de la torre campanario, por el contrario, en la de Crespos, la ausencia de iconografía religiosa es total, predominando la que venimos en llamar obscena.

 








EL ÁBSIDE


El ábside es semicircular, con los muros rectos del presbiterio, y alberga en total diecinueve canecillos.

 




CANECILLOS DEL ÁBSIDE

Empezando desde el presbiterio Sur, y de izquierda a derecha, tenemos:

 

 


  1.   Can. Abs. I:Figura humana portando barrilito, muy desgastada por la erosión.
  2. Can. Abs. II: Cabeza de animal cornudo.

  3. Can. Abs. III: Monstruo Andrófago.

  4. Can. Abs. IV: Cabeza de animal cornudo.

  5. Can. Abs. V: Completamente destrozado.

  6. Can. Abs. VI: Liebre o conejo agazapado..

  7.   Can. Abs. VII: Cabeza de animal cornudo de cuernos ramificados.
  8. Can. Abs. VIII: Figura varonil en posible actitud onanista.

  9. Can. Abs. IX: Muy desgastado por la erosión, lo que dificulta su lectura, pero parece ser una mujer en posible actitud onanista.

  10. Can. Abs. X: Muy desgastado por la erosión, pero de nuevo parece ser una figura varonil, sedente y desnuda, en actitud onanista.

  11. Can.Abs. XI: Cabeza de animal cornudo.

  12.   Can.Abs. XII: Hombre portando barrilito.
  13. Can.Abs. XIII: Animal agazapado. Parece un cerdito.

  14. Can.Abs. XIV: Muy erosionado.

  15. Can.Abs. XV: En las mismas condiciones que el anterior.

  16. Can.Abs. XVI: Animalístico. Liebre o conejo agazapado.

  17. Can.Abs. XVII: Con decoración iconográfica, pero irreconocible.

  18. Can. Abs. XVIII: Bóvido.

  19. Can.Abs. XIX: Posible barrilito.

 

 

Comenzando con una descripción iconográfica más detallada:

 





En el Can. Abs. I nos encontramos con una figura humana portando barrilito. Esta se encuentra muy desgastado por la erosión, habiéndose perdido toda la talla, incluso de los rasgos del rostro, y encontrándose los brazos destrozados, por lo que no podemos asegurar tampoco si iría desnudo o vestido. No obstante, todavía podemos percibir a una figura de pie que sostiene sobre sus espaldas, alzándose por encima de su cabeza, el típico tonel barrilito, igualmente muy desgastado.

 

 
 



Sigue a esta representación una cabeza de animal cornudo, para encontrarnos en el Can. Abs. III el típico motivo del Monstruo Andrófago. Su cabeza es difícil de identificar con un animal concreto, hasta el punto que bien pudiera tratarse de una máscara por la forma en como están dispuestas las orejas a ambos lados de la frente, lo que nos indicaría que posiblemente fuera un hombre disfrazado de tal, como veíamos aparecer en otros canecillos de algunas iglesias ya tratadas en este estudio. Éste, cierra sus fauces al parecer dentadas, en torno al cuello de un personaje de pie, y de espaldas a nosotros, que levanta sus brazos agarrándose con sus manos a las orejas del citado animal, manos que más bien son pezuñas, lo que nos indica también que se trata de otro personaje disfrazado.

 








En el Can. Abs. IV nos volvemos a encontrar con otra cabeza de animal cornudo, estando la decoración del Can. Abs. V completamente destrozada, y siendo de nuevo el Can. Abs. VI animalístico, en el que se muestra una liebre o conejo agazapado.

 



 

Vuelve a interponerse en el Can. Abs. VII una cabeza de animal cornudo, de cuernos ramificados, Teniendo en el Can. Abs. VIII una figura varonil en posible actitud onanista. Se encuentra muy desgastada por la erosión, pero todavía puede ser posible su lectura. Se trata de un hombre sedente y desnudo, pues se perciben todavía a través de sus piernas separadas unos voluminosos testículos. La mano izquierda se la lleva al falo, hoy en día desaparecido, parece ser intencionadamente, pues todavía podemos ver un orificio muy cuidado, por donde éste se manifestaría, quedándonos hoy simplemente la mano y los dedos, con los que en su día se cogería el falo. Tiene la cabeza encajada entre los hombros, y con la mano derecha parece taparse la boca. De su rostro pocos son los rasgos que podemos percibir por el estado de erosión en que se encuentra, no obstante parece mostrar el mismo estilo de algunos vistos en Cervatos, de ojos grandes y almendrados, nariz triangular, y boca bastante grande. Del resto sólo se aprecian los amplios volúmenes.


 

 


El Can. Abs. IX muestra ahora una mujer, pero al parecer en la misma actitud. Si el que le precede ya se encontraba en un estado de deterioro avanzado, éste aún más, encontrándose su parte inferior completamente erosionada, lo que dificulta su lectura. La cabeza es lo mejor conservado, distinguiéndosele perfectamente los rasgos. De ojos bastante grandes y almendrados, nariz triangular, y boca más bien pequeña y cerrada, lleva la cabeza cubierta con esa especie de pañuelo, ya visto en otras representaciones similares, y que podría estar aludiéndonos a la típica toca de las mujeres casadas. La pena es que poco más podemos percibir, da la impresión que se encuentra con las piernas separadas, y parece que todavía quedan huellas de lo que serían sus órganos genitales. Da la impresión también, de que mientras la mano derecha reposaría sobre su pecho, el brazo izquierdo bajaría a lo largo de su cuerpo, hasta tocar con la mano su sexo.

 

  



De nuevo en el canecillo siguiente, Can. Abs. X nos encontremos con otra figura humana, que posiblemente muestre idéntica actitud. Si los dos canecillos que le preceden, se encontraban en un estado de deterioro tal que incluso dificultaba su lectura, sobre todo por lo que respecta al último, éste de ahora se encuentra aún en peores condiciones, pues se han perdido todos los detalles de su talla, apreciándosele sólo los amplios volúmenes. Parece que se trata de un figura varonil, por el corte de su cabeza, cuyo rostro, completamente erosionado, mira hacia lo alto. Se encuentra sedente, y abre desmesuradamente las piernas. Da la sensación de ir desnudo, y quizás quede alguna huella de lo que en su día fueron los órganos genitales, a los que parece llevarse la mano izquierda, mientras que el brazo derecho da la sensación de encontrarse doblado, reposando su mano a la altura del pecho. Es por todo ello, y por el contexto en que se encuentra inmerso, por lo que nos hemos aventurado a clasificarlo como figura humana en posible actitud onanista.

 

 

El Can. Abs. XI vuelve a mostrar una cabeza de animal cornudo, mientras que, de nuevo, un hombre portando barrilito nos aparece en el Can. Abs. XII. Ya el resto de los canecillos se encuentran en muy mal estado de conservación, como son los Can. Abs. XIV-XV. Con decoración iconográfica, pero irreconocible, se encuentra el Can. Abs. XVII, y en las mismas condiciones que el anterior, el XVIII. El Can. Abs. XIX parece geométrico, pudiendo sólo percibir en el Can. Abs. XIII y XVI un cerdito y una liebre o conejo agazapado, respectivamente.

 




LA PORTADA









Se organiza a través de una serie de arquivoltas, apoyando dos de las mismas en capiteles iconográficos, mostrándonos dos de ellos los típicos leones afrontados y el águila de alas explayadas.





Su pequeño ábside semicircular va precedido del presbiterio, y éste se encuentra reforzado en sus dos extremos por   dos arcos fajones que cabalgan sobre altas columnas de capiteles iconográficos, son pues en total cuatro capiteles.

 

 


Según miramos al semicírculo absidal, el Cap. Abs. I presenta en su esquinal izquierdo, mirando a la nave, a una mujer con toca, barbilla un poco levantada, como mirando hacia arriba, y expresión solemne, que parece mostrar serpientes enroscadas en su regazo. En el esquinal derecho tenemos el típico motivo de leones afrontados que juntan sus cabezas, y en la parte central, sobre los cuartos traseros de uno de los leones, se completa la decoración con una cabeza humana femenina, pues va tocada, coronándose todo ello con volutas en la parte superior.

 

 

 

 

 


A continuación, en el Cap. Abs. II, podemos ver de nuevo a los mismos leones afrontados en ambos esquinales, pero ahora el motivo que aparece en la parte central del mismo es de dos flores, una de ellas pentapétala.

 

 


 

 

 
 



Ya en la zona sur del presbiterio, el capitel de la columna que da paso al semicírculo absidal, Cap. Abs. III, nos muestra águilas de alas explayadas en las esquinas, y en el centro del mismo, sobre una de las alas de ambos animales, se nos presenta una pequeña figura leonina, como agazapada, que volteando la cabeza mira hacia atrás.

 

 

 

 






En el último capitel de esta serie, Cap. Abs. IV, volvemos a encontrarnos con los mismos leones afrontados en el esquinal izquierdo, mientras que en el derecho una figura humana sentada en el suelo y con los brazos en jarras, parece acariciar con su mano izquierda la cabeza de un cuadrúpedo, posiblemente león, que le pasaría por detrás de su cuerpo, pues los cuartos traseros del animal se aprecian claramente en el lateral izquierdo. Se completa la decoración de este capitel, con motivos vegetales en la parte superior y central del cuerpo del mismo.


En un nivel inferior a éstos, existe toda otra serie de capiteles pertenecientes a una arcada inferior que recorre los muros tanto del presbiterio como del semicírculo absidal, pero la mayoría de ellos son reposiciones.


La temática de aquellos conservados sigue la tónica de lo que ya vimos en los capiteles superiores. En uno de ellos vuelve a repetirse la iconografía de las dos filas superpuestas de leones, afrontados en cada esquinal, y coronado todo ello por volutas que se enroscan sobre sus cabezas.  En el otro, encontramos de nuevo al águila de alas explayadas, y posible rostro humano más que animal, ocupando el esquinal derecho, mientras que en el lateral izquierdo del mismo capitel aparece el motivo de dos cabezas humanas.; se completa la decoración de éste con una pequeña figura leonina en la parte central y superior del cuerpo del capitel, que volteando la cabeza parece mirar al águila.