San Lorenzo de Pujayo











Bajando ahora por la Cuenca del Besaya hacia el mar, nos encontramos con otra serie de iglesias que por su iconografía nos están ligando íntimamente al mundo en el que nos encontramos inmersos. La primera de éstas, y de la que tenemos fecha de consagración, es la de San Lorenzo dePujayo.


Es ésta una pequeña construcción cuya ubicación actual no es la primitiva. Hoy en día se encuentra en la finca privada de los Sres. de Silió, en Molledo Portolín, pero en un principio estaba cerca de Pujayo.


Poco o nada se sabe sobre la importancia del lugar en que primitivamente estuvo emplazada la iglesia, pero la Cuenca del Besaya fue ya desde la antigüedad un lugar importante como camino de paso, que unía la costa con el interior.

 

De nuevo, y como ya mencionamos, una inscripción nos da la fecha de consagración de esta pequeña iglesia, es la del año 1132. Es por ésta, y por otras similares, por la que sabemos que el románico montañés estaba ya constituido en esta primera mitad del S. XII.


Es curioso también el dato que nos proporciona la inscripción, por el que sabemos que fue precisamente el 21 de junio (XI Kalendas de Julio), el día preciso de consagración de la iglesia, que coincide con una fecha de antiquísima tradición en esta zona, precisamente en la entrada del verano coincidiendo con las fiestas de San Juan.


Aunque de proporciones muy pequeñas, conserva una serie de canecillos y capiteles muy interesantes para nuestro estudio. La del exterior nos liga al mundo de Cervatos, mientras que la del interior se corresponde también con la de las iglesias cuya construcción no traspasa esa frontera de mediados del S. XII.


La Portada Oeste se cubre con un pequeño tejaroz cuya iconografía nos atañe.

 

 

CANECILLOS TEJAROZ PORTADA OESTE


La puerta de entrada, en el hastial, es saliente y cubierta con un tejaroz que alberga en total seis canecillos. De izquierda a derecha, según el punto de vista del espectador, son los siguientes.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Can. Tej P.O. I : Parecen tres cabezas.

Can. Tej P.O. II : Figura femenina sedente y desnuda.

Can. Tej P.O. III: Bola o fruto en caveto.

Can. Tej P.O. IV : Posible mujer embarazada.

Can. Tej P.O. V : Ostentación del sexo masculino.

Can. Tej P.O. VI ; Especie de hoja o fruto carnoso.

 

 


 

 





Si bien en el Can.Tej. P. O. I todavía no vemos ningún motivo que pudiéramos tachar de lo que ha venido denominándose obsceno, pudiera no obstante estar relacionado con la iconografía tratada. Vemos en él lo que pudieran ser tres cabezas. Las dos inferiores, debido al estado de conservación, no se aprecian muy bien, pudiendo tratarse también de dos bolas o frutos medio cubiertos por una hoja. De la situada sobre estas dos, poco se puede decir, sólo que realmente sí corresponde a una cabeza humana, pero cuyos rasgos se han perdido por completo.

 

 

 

 

 


Ya en el Can.Tej. P. O. II vemos una figura humana, desnuda y sedente, que se lleva las manos a la cabeza. Todavía podemos apreciar restos de lo que fue una cabellera corta y rizada. Las facciones del rostro nos están hablando de un personaje más bien joven y varonil pero, en contraposición, esta figura que abre las piernas, muestra unos genitales claramente femeninos, pudiendo tratarse de nuevo de un andrógino.


En su iconografía podemos observar una clara diferencia con aquellas otras figuras femeninas que ostentan sus genitales, pues aquí ésta no levanta las piernas hacia arriba, sino que, apoyándolas en el suelo, nos muestra sus partes del cuerpo más íntimas.

 


 



Sigue a ésta, en el canecillo contiguo, una especie de bola o fruto en caveto, para pasar ya a el Can.Tej. P. O. IV que presenta otra figura humana de pie, cuyo cuerpo muestra todas las características de una mujer embarazada.


Parece que lleva la cabeza cubierta con la típica toca de las mujeres casadas, y mira hacia abajo como si estuviera contemplando su abultado vientre, el cual parece sujetar con las manos.

 

 

 

 

 

 


En el Can. Tej. P. O. V nos encontramos claramente con lo que hemos venido llamando ostentación del sexo masculino. Se trata de un hombre sentado, desnudo y con las piernas abiertas, que muestra entre ellas unos órganos genitales desmesuradamente grandes, hoy en día desaparecidos, pero de los que todavía podemos contemplar la huella dejada por ellos. Se lleva la mano izquierda al rostro como sujetándose la barbilla, y la derecha a ese tremendo falo.

 

 

 


 

Cierra esta serie de canecillos del tejaroz el Can. Tej. P. O. VI, pero se trata de una especie de hoja o fruto carnoso. No obstante, la iconografía de la portada no se termina con ellos, ya que muestra dos capiteles de indudable valor iconográfico para nosotros.

También en esta portada nos encontramos con dos columnas adosadas a las jambas de la misma, con capiteles iconográficos

 




En el Cap. Izdo. P. O. es claro que nos encontramos ante lo que podemos clasificar de conjunto escénico. En el lateral izquierdo nos encontramos con una figura varonil barbada y en posición sedente, un poco ladeado. Va vestido con un traje hasta los pies, y sujeta con la mano, apoyado sobre su regazo y el pecho, un objeto más bien plano de forma cuadrangular, que pudiera ser un libro. El brazo derecho, del que sólo vemos la mano, lo tiene levantado a media altura y se encuentra cubierto por otra figura que se encuentra en el esquinal. Esta parece corresponder a un saltimbanqui, cabeza abajo y piernas arriba flexionadas, sobre cuya rodilla aparece apoyada la mano del personaje anteriormente mencionado. Este personaje, que se contorsiona en el esquinal, se encuentra en muy mal estado de conservación para poder precisar algo más de él, sólo que lleva la cabeza cubierta por una especie de turbante moruno que no veíamos aparecer en otros de esta misma iconografía.


En el lateral derecho tenemos otra figura humana de pie y de perfil, con el rostro de frente y mirando hacia el espectador, que lleva entre las manos un objeto musical de cuerda, de forma triangular, el cual parece tocar. Parece ir vestido sólo de medio cuerpo para abajo con una especie de calzones sujetos a la cintura por un cinturón o cinturilla ancha.


Coronando la composición, tanto en un lateral como en el otro, se encuentran dos cabecitas animalísticas entre volutas, que se dirigen a los esquinales del citado capitel.


En el cimacio también nos encontramos con representaciones antropomórficas. Ocupando todo éste, existen seis círculos secantes en cuyo interior aparecen pequeñas figurillas en distintas actitudes.

 


En el primero tenemos a un felino encorbado cuyo rabo pasa por el vientre, esto mismo se repite en el segundo. En el tercero vemos ya a una figurilla humana vestida y con las manos en alto, que no sabemos si baila, declama u ora. Pasando al lateral derecho, nos encontramos a otra de estas pequeñas figuras, sedente y vestida, que sujeta entre las manos un objeto muy parecido al del personaje del lateral izquierdo del capitel. A continuación, en los dos últimos círculos, volvemos a tener esas figuras animalísticas de felinos, pero ahora con el rabo que se voltea sobre la espalda, en el primero, mientras que en le segundo parece enroscarse a la cintura.

 


 

 


 

Por lo que respecta al Cap. Drcho. P. O., éste no es historiado, pero presenta la típica águila de alas explayadas, tan característica de uno de los capiteles del arco toral de todas estas iglesias que no traspasan la frontera de mediados de la duodécima centuria. Cosa curiosa es que, aunque la cabeza esté muy deteriorada, sus rasgos parecen corresponder a un rostro humano.

 

 

 

 






Pasando ya al muro Sur, nos encontramos en su alero con algunos restos, pues aunque existen en él diez canecillos, solamente dos de ellos son iconográficos.

 

Can. S. I: Sin decoración.

Can. S. II: Músico juglar.

Can. S. III: Sin decoración.

Can. S. IV: Sin decoración.

Can. S. V: Sin decoración.

Can. S. VI : Ostentación del sexo femenino.

Can. S. VII : En caveto sin decoración.

Can. S. VIII: En caveto sin decoración.

Can. S. IX: En caveto sin decoración.

Can. S. X: En caveto sin decoración.

 

 




En el Can. S. II aparece un juglar tocando el arpa. De rostro muy deteriorado, parece barbado. Está sentadoy sujeta ésta entre las piernas apoyándola en el hombro derecho, con la cabeza un poco ladeada.


De manos desmesuradamente grandes, parece tañer las cuerdas. Va vestido, aunque pocos son los rastros que nos quedan hoy en día de su vestimenta.

 

 


 




También el Can. S. VI presenta una ostentación del sexo femenino. Se encuentra muy desgastado por la erosión, pudiendo contemplar sólo sus formas volumétricas.


Al igual que todos los que muestran esta iconografía, alza sus piernas hacia arriba sujetándoselas con las manos, y ofrece su sexo a la mirada del espectador. Sexo que hoy en día no podemos contemplar en este caso, por encontrarse rota esta parte del canecillo, pudiendo solamente reconocer su actitud.


Aunque no podamos asegurarlo, por la forma volumétrica con que es tratada su cabeza, y por encontrarse normalmente esta iconografía ubicada siempre al lado de una figura varonil que ostenta sus órganos genitales, podría haber estado situado, en un principio, en el tejaroz de la portada Oeste, haciendo pareja con el correspondiente al de esa figura masculina que ostenta su sexo, y que con el traslado de la iglesia bien hubiera podido ser cambiado de sitio, pues incluso su numeración es correlativa, aunque actualmente estén ubicados en distinto lugar. Esto podría estar indicándonos que, si bien se respetó su numeración, no así su ubicación. Nos encontraríamos entonces ante esa pareja tan repetida dentro de nuestra iconografía, considerada por la mayoría como la representación del pecado de la carne, y que nosotros preferimos ver con otras implicaciones por el contexto en que se encuentran.


En este mismo muro sur se encuentra hoy en día emplazada una ventana de arco de medio punto con capiteles historiados. García Guinea (1979, T. I, pág.324) opina que más bien pudiera ser ventana de ábside, dada la situación anormal en esta parte del edificio, en una pequeña iglesia románica, y que esta situación actual se puede deber a la restauración de la que fue objeto al ser trasladada de sitio.


Sus dos capiteles son de difícil clasificación, aunque su descripción iconográfica pueda ser posible, gracias al estado de conservación en que todavía se encuentran.

 



En el Cap. Izdo. Vent. S. vemos, en el esquinal, a una figura humana sedente que va vestida con una saya que le llega hasta las rodillas. De rostro muy desgastado por la erosión, parece barbado, y entre las manos, sujetándolo por los extremos, lleva un objeto de difícil identificación. En los laterales del capitel, dos figuras humanas, una a cada lado, parecen llevar una especie de instrumento en una mano, no pudiendo precisar de que se trata, mientras la otra, viéndoseles la palma, la alzan en alto con los dedos extendidos.

 

 

 

 

 




Su compañero, el Cap. Drcho. Vent. S., es de parecida composición. Nos aparece un personaje central con libro y manípulo en el brazo derecho, mientras que en la mano izquierda lleva báculo. Flanqueándolo tenemos dos figuras de rasgos más bien horribles, que sujetan con las manos una especie de soga o maroma, cuyos extremos parecen terminar a ambos lados de la cabeza del personaje central, aunque no parece que le cubran la cara, cuyo rostro aparece completamente erosionado.

 

 


 

En el interior su arco de triunfo se apoya sobre capiteles iconográficos:


Cap. Izdo. Arc. Tr.: Lleva los típicos leones afrontados dos a dos en el esquinal, son, pues, cuatro en total.


Cap. Drcho. Arc. Tr.: Vemos dos águilas de alas explayadas, ocupando también los esquinales,  cuyos rostros parecen humanos. Motivos de piñas en vertical aparecen entre ellas, y sobre sus cabezas vemos volutas.