Nuestra Señora de la Asunción de Villanueva de la Torre








Más al Suroeste de Revilla de Santullán, se encuentra la iglesia de Villanueva de La Torre, cuyo pueblo está situado entre los valles de Mudá y Santullán.


Prácticamente no se sabe casi nada de las vicisitudes históricas del lugar, no obstante la existencia de la torre que ha dado nombre al pueblo, nos habla de un antiguo señorío. Por otra parte, debió de ser paso obligado entre el valle del Pisuerga y la zona montañosa de Brañosera. (García Guinea, 1990, pág.  238)


No existe lápida de consagración, y por tanto carecemos de cronología exacta, pero la manera en como son tratados los volúmenes del motivo iconográfico del arco toral de la epístola, Daniel entre los leones, las aves afrontadas del capitel del evangelio, así como los bichos fantásticos y las aves afrontadas de los capiteles exteriores de la ventana absidal, llevan a García Guinea a relacionar a este artista con el de la portada de Vallespinoso, cuya cronología ya traspasa esa frontera de mediados del S. XII. (García Guinea, 1990, pág.  241)


No obstante, es preciso hacer hincapié en que, aparte de esta cronología mencionada, existen toda una serie de canecillos cuya factura más tosca, quizás más primitiva, nos está emparentado con otras manifestaciones de épocas anteriores, tanto por ésta como por su iconografía.

 

 

 

 

De ella, lo que más nos interesa es el ábside, pues en él se encuentra toda una serie de canecillos cuya iconografía entra de lleno en nuestro estudio. También el alero de los muros de la nave está recorrido por gran cantidad de éstos, pero son todos sencillos de proa de nave. El ábside es semicircular y muestra los muros del presbiterio algo salientes.


La plástica del interior se concentra en los capiteles del arco triunfal, que son lo más interesante, y nos ligan ya, tanto por su talla como por su iconografía, a esas otras iglesias de la segunda mitad del S. XII, apareciendo el tan repetido tema de Daniel entre los leones y en el otro un motivo de aves afrontadas de cuerpo de mamífero.

 

 

 

CANECILLOS DEL ÁBSIDE


El ábside es semicircular y muestra los muros del presbiterio algo salientes.

 

 

 




Can.Abs. I: Motivo geométrico.

Can.Abs. II: Busto de lo que posiblemente pueda ser un monje, pues lleva la cabeza cubierta, como todos los otros que aparecen en esta misma iglesia, con una especie de tocado que le tapa media frente.

Can.Abs. III: Personaje muy semejante al anterior, ahora desnudo y en posible actitud onanista.

Can.Abs. IV: Es muy semejante en todo al anterior, va completamente desnudo y unos órganos sexuales tremendamente exagerados.








Can.Abs. V: Un monje sentado, con las manos juntas sobre su regazo, en actitud de rezo o recogimiento.

Can.Abs. VI: Otro busto, posiblemente de otro monje. Es muy semejante en todo al Can. Abs. II de la misma iglesia, y como él parece esbozar un tenue sonrisa.

Can.Abs. VII: Motivo geométrico.

 

 

 


 

 

 





Can.Abs. VIII: Figura humana sedente y desnuda.

Can.Abs. IX: Representación muy semejante en todo a la del Can. Abs. IV.

Can.Abs. X: Vuelve a mostrarnos otro de esos bustos tan característicos de esta iglesia, muy semejante en todo a los anteriores.

 

 



 

 

 


 


Can.Abs. XI:Personajes sedentes, ahora en actitud de rezo con las manos juntas a la altura de la cintura.

Can.Abs. XII: Busto de monje o clérigo muy semejante a los anteriores, con la misma expresión y esbozando una ligera sonrisa.

Can.Abs. XIII: Motivo geométrico.

 

 

 


 

 



 







Can. Abs. XIV: Motivo geométrico.

Can. Abs. XV: Busto.

Can. Abs. XVI: Busto.

Can. Abs. XVII: Busto.

 

 

 

 


 


Comienza la serie, como acabamos de ver, por una representación geométrica, y ya en el Can. Abs. II nos encontramos con un busto de lo que posiblemente pueda ser un monje, pues lleva la cabeza cubierta, como todos los otros que aparecen en esta misma iglesia, con una especie de tocado que le tapa media frente, siguiendo ambas curvaturas de las cejas. Así mismo, éste es completamente plano por arriba, al igual que el que veíamos en los personajes representados en Revilla de Santullán, que también habíamos identificado como pertenecientes a una congregación u orden religiosa. Actualmente sólo se aprecian los amplios volúmenes, pero da la impresión de que se encuentra con los ojos entornados y una esbozada sonrisa en sus labios.

 


 

En el Can. Abs III vemos ahora a un personaje muy semejante al anterior por la forma en como se cubre la cabeza, pero representado de cuerpo entero y sentado. Entre las piernas, un poco entreabiertas, en la base del canecillo, podemos apreciar un gran abultamiento, que, aunque demasiado hipertrofiado, bien pudiéramos identificar con sus testículos. Hacia arriba se eleva lo que en su día pudo ser un falo de enormes proporciones, hoy en día roto, que sujeta por los lados con ambas manos. Es por ello por lo que lo hemos clasificado como un monje en posible actitud onanista, aunque los restos que nos quedan no sean del todo claros como para poder asegurarlo sin ningún tipo de dudas, como sucede en otras representaciones.

 

 


 


 

El Can. Abs IV es muy semejante en todo al anterior, y es quizás por éste, ante los datos tan claros con que el maestro escultor dotó a la representación, por lo que es difícil que nos equivocáramos a la hora de clasificar a su compañero. Vemos que éste se encuentra completamente desnudo y que presenta unos órganos sexuales tremendamente exagerados. Como el anterior se encuentra con el falo destrozado intencionadamente, pero no cabe duda que de él se trata. Del mismo modo reposa sus manos encima de éste, manos muy pequeñas, completamente desproporcionadas, no sólo ya en cuanto a su miembro viril hipertrofiado, sino también si las comparamos con el resto de la composición, como si el maestro escultor quisiera de esta manera resaltar aún más el tamaño de su miembro.

 

 

 


 
 



Un monje sentado, con las manos juntas sobre su regazo, es la representación que nos ofrece el Can. Abs. V. Es éste de nuevo otra figura varonil, sedente, del mismo estilo que las anteriores. Al igual que ellas parece que va desnuda, aunque no podemos asegurarlo, pues ésta no presenta características itifálicas, sino que con las manos juntas a la altura del bajo vientre, parece encontrarse en actitud de rezo o recogimiento. A continuación vemos en el Can. Abs. VI otro busto, posiblemente de otro monje. Se trata sin duda de uno de estos personajes representados, pero en los que el interés se concentra en el rostro, pues es prácticamente lo único que de ellos se representa. Es muy semejante en todo al Can. Abs. II de la misma iglesia, y como él parece esbozar un tenue sonrisa. Le sigue un motivo geométrico representado en el Can. Abs. VII, para que de nuevo en el Can. Abs. VIII podamos apreciar una figura humana sedente y desnuda.


 


 



 


Es ésta una composición que no parece presentar características itifálicas. No obstante su desnudez es patente, y se caracteriza por su abultado vientre, hasta tal punto que, a primera vista, se podría tomar como signo de embarazo. No creemos por el contrario que de esto se trate, pues los rasgos de su rostro son muy semejantes a los ya descritos, y parece que quedan restos de lo que pudo ser una poblada barba. De su actitud nada podemos decir, sólo que los brazos le caen hacia abajo, a ambos lados del cuerpo, y da la sensación de que los lleva hacia atrás, como apoyándose en el asiento sobre el que se encuentra.








En el Can. Abs. IX nos encontramos de nuevo con otra representación muy semejante en todo a la del Can. Abs. IV, aunque ahora una de las manos, la derecha, se la lleva a la mejilla, mostrando una actitud pensativa. De nuevo el falo llega a alcanzar unas proporciones inusitadas, y se encuentra intencionadamente roto, hecho que sin embargo no impide hacernos una idea del tamaño que tendría originariamente, gracias a la sección que muestra.






El canecillo contiguo, Can. Abs. X, vuelve a mostrarnos otro de esos bustos tan característicos de esta iglesia, muy semejante en todo a los anteriormente descritos, siendo la característica más común de todos ellos el ir cubiertos con ese tocado tan particular, y el mostrar una expresión un tanto solemne, al presentar los ojos entornados, como meditando, más que dormidos.

 

 


 

 



Sigue a éste, en el Can. Abs. XI, una representación de otro de estos personajes sedentes, ahora en actitud de rezo con las manos juntas a la altura de la cintura, reposando sobre su abultado vientre. Por su iconografía se asemeja mucho al Can.Abs. V, pero aquí ya sólo se aprecian los amplios volúmenes, puesto que incluso todos los rasgos del rostro se han perdido. Nuevamente volvemos a encontrarnos con otra de estas cabezas pertenecientes a un monje o clérigo, con la misma expresión y esbozando una ligera sonrisa, en el Can. Abs. XII.

 

 

 


 


Siguiendo a ésta, en el Can. Abs. XIII y XIV respectivamente, nos aparece un motivo geométrico, para encontrarnos de nuevo, ya cerrando la serie, en los Can.Abs. XV - XVI - XVII, con tres bustos cuyos rostros mantiene una expresión muy semejante en todo a los anteriores. La cabeza la cubren con el tocado característico, entornan los ojos, y muestran una suave sonrisa, sólo el del Can. Abs. XVI, y aún siendo parecido a todos los anteriores, ahora, su actitud es más solemne, ya no se sonríe, aunque permanece con los párpados entornados.

 

 





 

EL INTERIOR


Son los capiteles del arco triunfal lo más interesante, y nos ligan, tanto por su talla como por su iconografía, como ya apuntamos al principio, a esas otras iglesias de la segunda mitad del S. XII.


  1. Cap. Drcho. Arc. Tr.: vuelve a mostrarnos a Daniel entre los leones.

  2. Cap. Izdo. Arc. Tr.: nos ofrece, ahora, grifos afrontados en el esquinal

  3. con cuerpo de mamífero y gran cuello, entremezclados con entrelazos.