San Lorenzo de Zorita del Páramo





Se encuentra esta iglesia muy cerca de la anterior, a muy pocos Kilómetros de La Asunción de Nuestra Señora de Villabermudo.


Aunque se habla de que este lugar fue poblado ya en la primera mitad del S. XI, no se conoce documento alguno que nos hable de Zorita a todo lo largo de la Edad Media. (García Guinea, 1990, pág. 180)


  Debió a tener dos portadas románicas, la del muro sur y otra que aún se conserva en el hastial, le podría estar dando un carácter monasterial, muy a la par con la iconografía que nos aparece en el ábside, en donde se encuentran representados toda una serie de monjes.




En cuanto a su cronología, se ha dado para ésta una fecha de los últimos años del S. XII (García Guinea, 1990, págs.180-5), fecha que, si en parte pudiera ser para algunas de sus manifestaciones escultóricas, no estamos de acuerdo en cuanto a una serie de canecillos que a primera vista se ve que no fueron hechos por las mismas manos, ni se pueden considerar dentro del mismo estilo. García Guinea se basa para esto en la factura del apostolado que aún muestra en la portada sur, y que es muy similar al de Moarves, considerándolos una de las últimas manifestaciones en esta provincia, para dar paso ya al de Villalcázar de Sirga dentro por completo del gótico.

 

 

 


También hace mención a una serie de canecillos de guerreros (tres en concreto, por lo que pudimos comprobar), en relación con las ménsulas del apostolado de Moarves, en los que, dice, se puede ver las mismas manos que labraron los capiteles de las ventanas del ábside de la misma iglesia, y las mismas que labraron los cimacios de la anterior. Por otra parte, también se la ha querido ver emparentada con la de Nogales de Pisuerga (García Guinea, 1990, pág.180).




No obstante, no nos dice nada de los otros muchos canecillos que sostienen el alero del ábside, y que ni por su iconografía ni estilo pueden emparentarse con los anteriores. Podría ser que estuvieran trabajando al mismo tiempo dos escuelas de canteros distintas,  aunque no podamos asegurarlo sin ningún género de dudas, pero los datos que daremos a continuación hacen que nos inclinemos por esto último.


En cuanto a su factura, ésta es mucho más tosca, pero no por ello podemos achacarlo a unas manos más inexpertas; quizás lo que si podríamos decir es que se trata de un estilo más primitivo, más emparentado con otras manifestaciones de épocas anteriores. Por otra parte, su iconografía es completamente distinta a la que se ve en las iglesias de los últimos años del S. XII, pues en éstas últimas la temática, cuando aparece, es ya completamente religiosa; temática que brilla por su ausencia en las prime ras, cuando se ve claramente que no muestran ningún añadido posterior. Esto queda de sobra constatado, después de haber recorrido todo el ámbito geográfico del que se ocupa este estudio, y poder comprobarcomo esta iconografía, que en principio seguiremos llamando erótica u obscena, sólo aparece en iglesias con una cronología de la primera mitad del S. XII.


Ante todos estos datos se podría decir que en las manifestaciones escultóricas de esta iglesia se observan las manos de dos escuelas distintas, y que no sería de extrañar que trabajaran en épocas diferentes. Otro dato que vendría a apoyar nuestra teoría, es que si nos fijamos en las ventanas, su arco se encuentra desdoblado y parece como si fuera el producto de un añadido o reforma posterior.

 

 
 


 

 


Después de lo dicho, es el ábside lo que más nos interesa de ella, pues en él se encuentra toda una serie de canecillos cuya iconografía entra de lleno en nuestra temática.


Los canecillos del muro norte del presbiterio, seis en total, y debido a su estado de conservación, no cabe descripción.


El alero del transepto norte está soportado también por cuatro canecillos, pero en las mismas condiciones que los anteriores, y por lo que respecta al muro norte, los ocho que existen parecen reposiciones.

 

 

 

CANECILLOS DEL ÁBSIDE

 

El ábside es semicircular y muestra los muros del presbiterio algo salientes. Empezando desde el presbiterio, y de izquierda a derecha, los canecillos son los siguientes.

 

  1. Can.Abs. I: Figura varonil sedente, muy deteriorado, pero parece desnudo.

  2. Can.Abs. II: Cabeza de animal con los ojos vendados.

  3. Can.Abs. III: Palmeta.

  4. Can.Abs. IV: Conejo o liebre echado.

  5. Can.Abs. V: Muy deteriorado. ¿Figura humana sentada?.

  6. Can.Abs. VI: Monstruo andrófago.

  7. Can.Abs. VII: Vegetal, hoja.

  8. Can.Abs. VIII: Hoja.

  9. Can.Abs. IX: Hombre de nuevo sentado mostrando un gran falo entre las piernas.

  10. Can. Abs. X: Figura sedente y desnuda, aunque sin rastros itifálicos.

  11. Can.Abs. XI: Bola o fruto (¿manzana?),  medio cubierto por una especie de hoja.

  12. Can.Abs. XII: Similar al anterior, pero parece reposición.

  13. Can.Abs. XIII: Monje o clérigo sedente y llevando un objeto entre las manos.

  14. Can.Abs. XIV: Monstruo andrófago.

  15. Can.Abs. XV: Monje, pero muy deteriorado.

  16. Can.Abs. XVI: Vegetal. Hoja.

  17. Can.Abs. XVII: Cabeza monstruosa con la boca abierta.

  18. Can. Abs. XVIII: Monje sentado.

  19. Can.Abs. XIX: Hoja.

  20. Can.Abs. XX: Monje similar a los anteriores.

  21. Can.Abs. XXI: Monje sentado en posible actitud onanista.

  22. Can.Abs. XXII: Muy deteriorado.

 

 




Atendiendo ahora a una descripción iconográfica, más detallada, de aquellos más interesantes para nosotros, empezando desde el presbiterio Sur, y de izquierda a derecha, nos encontramos en primer lugar con el Can. Abs. I, bastante deteriorado para poder precisar con exactitud el conjunto de la representación.

 

Sólo podríamos decir, que se trata de un hombre sentado que apoya la mano izquierda sobre la rodilla. La cabeza, al igual que muchos otros, la tiene encajada entre los hombros. Presenta un gran abultamiento en la parte delantera de su cuerpo, pero no podemos precisar si se trata de un gran vientre hinchado, o de algo ajeno a él, pero en estrecha relación.





El Can. Abs. VI se trata de un monstruo andrófago. Los rasgos del rostro son muy similares a las máscaras que presentan algunos enmascarados, o bien puestas, o bien entre las manos. De gran boca abierta, sin dientes, asoman a través de ella las piernas y parte del trasero de una figura humana.

 

 



 

 

 

Ya en el semicírculo del ábside, el Can. Abs. IX, presenta un hombre, de nuevo sentado, mostrando un gran falo que, entre las piernas, se prolonga de tal manera hasta más arriba de las rodillas, que apoya en él la barbilla. La cabeza aparece de nuevo encajada entre los hombros, y por la especie de casquete con que se cubre, parece que se trata de un clérigo. Lleva algo en cada una de las manos, un vaso o recipiente, pero debido al deterioro de esta parte del canecillo no podemos precisarlo.

 

 


 

 
 
 

En el siguiente, Can. Abs. X, nos encontramos a una figura sedente y desnuda, aunque sin rastros itifálicos, que se caracteriza por su gran obesidad. Al igual que el anterior podría tratarse de un clérigo, por llevar esa especie de casquete que le llega hasta las cejas. Muestra una actitud solemne, incluso sus ojos parecen cerrados, como meditando. Las manos, aunque en bastante mal estado, las apoya sobre las rodillas. De nuevo en el Can. Abs. XIII volvemos a tener un personaje similar a los anteriores, pero poco más podemos decir debido al deterioro del canecillo, incluso le faltan las piernas, y es una gran lástima, puesto que entre sus manos lleva un objeto imposible de identificar, que apoya sobre su mejilla derecha, y que podía aclararnos bastante las distintas actitudes de todos estos monjes dentro del contexto. A continuación, en el Can. Abs. XIV, volvemos a encontrarnos con la representación de un monstruoandrófago, animal monstruoso y dentado, que engulle a un hombre vestido con una especie de faldellín, que asoma su cuerpo de cintura para abajo a través de la boca del animal.

 

 

Tanto el Can. Abs. XV, como el Can. Abs. XVIII-XX y XXI, vuelven a tratarse de los mismos personajes en distintas actitudes.

 




El primero es ciertamente un monje, pero muy deteriorado. El segundo se encuentra sentado, y cruza la pierna derecha sobre la izquierda, completamente en ángulo recto. El del Can. Abs. XX, muy similar a los anteriores, parece beber de un vaso o cubilete. No sabemos si va desnudo o vestido, pero lo que si es seguro es que no lleva traje talar. Y ya para terminar con esta serie, el representado en el canecillo contiguo, Can. Abs. XXI, parece que se encuentra en actitud onanista, pues está sentado, y se lleva las manos a ambos lados del falo erecto, hecho que se puede percibir perfectamente, aunque se encuentre bastante deteriorado.


El Can. Abs. XXII se encuentra en muy mal estado de conservación, y los canecillos que le siguen, seis en total, pertenecen ya al muro del presbiterio Norte, teniendo que, debido a su estado de conservación, y como ya hemos apuntado, no cabe descripción.


El alero del transepto norte está soportado por cuatro canecillos, pero en las mismas condiciones que los anteriores, y por lo que respecta al muro norte, los ocho que existen parecen reposiciones.

 

 

EL INTERIOR


Vuelve a repetirse, como en la anterior iglesia de Villabermudo, el tema de Daniel entre los leones y, ocupando el otro capitel del arco triunfal, otro motivo de hombre cabalgando sobre un león, que encontraremos después repetidamente convertido en Sansón desquijando al león.