I.1 En busca de sus Orígenes

Es bien sabido que durante la Edad Media se celebran toda una serie de fiestas que, si bien las vemos ir evolucionando y llegar hasta nosotros completamente transformadas, en un principio no sólo tenían un carácter religioso sino que, incluso, algunas de sus manifestaciones formaban parte de la liturgia.   

También el cristianismo primitivo, ya desde los primeros momentos, combatía a través de los Santos Padres de la iglesia toda serie de espectáculos que formaban parte del culto, en donde la burla y la risa, y ciertos actos, considerados por la Iglesia oficial como indecorosos, eran sus principales componentes. No obstante, y como ya había pasado con otros aspectos, la Iglesia se veía en la necesidad no sólo de permitirlas, sino también de legalizarlas. Es así como si en los primeros momentos las vemos formando parte de los cultos litúrgicos, posteriormente sólo se permiten en el exterior de la iglesia, es decir, fuera del culto y del ritual, pero asistimos entonces a un culto paralelo. Lo que en un principio había sido pues completamente legal, pasa entonces a ser semilegal, hasta que ya a fines de la Edad Media toda esta serie de actos rituales se convierten en ilegales. No obstante se siguen celebrando, como tendremos oportunidad de ver a continuación a través de los textos.

Por una carta de San Bonifacio, obispo de Maguncia, al papa Zacarías, sabemos que aún hacia finales del S. VIII los cristianos celebraban una fiesta a la entrada de las Calendas de Enero.


  1. "...Afirman que se ve cada año en la ciudad de Roma y junto a la iglesia de San Pedro, (...), cuando entran las Calendas de Enero, coros que danzan catando a través de las calles, según la costumbre de los paganos, y dan gritos conforme al rito de los gentiles, y cantan canciones sacrílegas, y llenan los altares con sacrificios..." (CARO BAROJA, J.: El Carnaval, pág. 173. )

 

Incluso anteriormente, son muchos otros escritores cristianos, Padres de la Iglesia y aún retóricos moralistas paganos como Libanio (S. IV), los que la reprueban y dicen que se hallaba extendida por todos los pueblos dominados por Roma. Tertuliano ya se lamentaba, a comienzos del S. III, de que los cristianos celebraran esta fiesta de las Calendas de Enero, así como las Saturnalia, Brumalia, y Matronalia. San Agustín (354-430),ataca no sólo a los paganos que celebraban esta fiesta de las Kalendae, sino también a los cristianos que hacían lo mismo, y les exhortaba a no celebrarlas bajo ningún concepto, ni social ni familiar.

Incluso San Agustín en su Ciudad de Dios nos relata escandalizado todas las ceremonias que se llevaban a cabo en Roma durante las fiestas "Liberales" en honor a Venus. Durante éstas, tenía lugar todo un ceremonial y pompa fálica, en el que se paseaba en procesión, junto a un falo de gran tamaño en estado de erección, el "Sinus Veneris", representación del sexo femenino, teniendo que los rasgos que caracterizaban a este órgano eran el de ser de proporciones exageradas en correspondencia con el miembro viril que lo acompañaba, y por el que debía ser fecundado. A su lado iban como dos genios señalando el camino por donde el enorme falo tenía que penetrar.

También están de sobra constatadas las "Florales" y "Lupercales". El 17 de Febrero se celebraban "Las Lupercalia", en donde salían hombres semidesnudos fragelando a las mujeres con fines fecundantes y el 1 de Marzo tenían lugar "Las Matronalia", para asegurar la fecundidad de las mujeres casadas, y eran tales los excesos, que en varias ocasiones fueron suspendidas por los magistrados, pero el pueblo las resucitaba de nuevo.

Por la misma época San Juan Crisóstomo (344-407) protesta contra las mascaradas que tenían lugar en Antioquía. San Pedro Crisólogo (406-450) nos habla de disfraces de animales con los que se vestían los cristianos. San Máximo de Turín habla claramente de los disfraces femeniles, de los disfraces de animales, y de otros con aire fantástico y monstruoso. Posteriormente, en el S. VII, el que parece hacer una recopilación de todos los datos anteriores es San Isidoro de Sevilla:


  1. "...Así los mismos hombres y lo que es peor los mismos fieles, durante este día, adquiriendo monstruosas apariencias se disfrazan a modo de fieras, otros toman aspecto mujeril, afeminando el suyo masculino. Algunos, a causa de la citada fiesta pagana, se manchan el mismo día con la observación de los augurios, hacen gritería y danzan cometiendo otra que es más torpe iniquidad, pues se unen los de uno y otro sexo formando cuadrilla, y la turba de depauperado espíritu se excita con el vino..."

  2. De ecclesisticis officiis I, XLI: "Divi Isidori Hispalensis episcopi opera... "  


La tradición condenatoria es recogida también por canonistas como Bucardo en Occidente y Teodoro Balsamon en Oriente. Este último, y ya en el S. XII, nos cuenta como en su época en Grecia los hombres adoptaban varias máscaras y disfraces, y aparecían en las iglesias con uniforme militar y espada unas veces, vestidos de frailes y cuadrúpedos otras, para celebrar las mismas fiestas. También nos dice que, habiendo preguntado por qué se dejaba entrar tales mascaradas en las iglesias, le contestaron que porque era uso antiguo.


Que era costumbre también de la Península Ibérica, nos deja constancia San Martín Dumiense en su "De correctione rusticorum". Por él sabemos que todavía en el S. VI, en este caso entre los gallegos, se observaban las Calendas, se hacían invocaciones a los númenes paganos en todos los actos de la vida, y también augurios, ofrendas y sacrificios. Anteriormente San Paciano, obispo de Barcelona muerto en el 392, se queja de la costumbre que tenían sus diocesanos de celebrar las Calendas de Enero disfrazándose con pieles de animales, especialmente de ciervos.

Que se seguían disfrazando así en épocas posteriores, nos lo demuestra también el penitencial español "Codex Vigiliaus" o "Albeldensis" de la biblioteca del Escorial, penitencial que, según los especialistas, está hecho a base de "excerpta" de otros anteriores, y que dice así:

  1. "Los que en danzas se visten con vestidos de mujer, y se transforman monstruosamente, y se ejercitan en las "majas", el "orcum", y "pelam", un año de penitencia..."  (Texto recogido de: CARO BAROJA, J.: Op., cit., pág. 175.)


Vemos, pues, como desde el S. III hasta el VII se nos habla de estas fiestas, y es precisamente San Isidoro el que nos aporta un dato más con relación a esto. Por él sabemos que la Iglesia se ve obligada a instituir el ayuno en estas fechas, porque la gentilidad honraba a Jano como a un dios, él que sólo era un cierto príncipe de los paganos, y le brindaba honores religiosos, fiestas suntuosas y regocijos. También mencionamos como Tertuliano a comienzos del S. III se lamentaba de que los cristianos no sólo celebraran esta fiesta de las Calendas de Enero, sino también las Saturnalia, Brumalia, y Matronalia. De la Península Ibérica teníamos datos en el mismo sentido, pues tanto San Paciano (finales S. IV), como posteriormente San Martín Dumiense, en el S. VI, nos hablaban también de las Calendas de Enero. De esto se podría sacar ya una conclusión: que los cristianos del S. VII seguían celebrando las Calendas de Enero y toda serie de fiestas paganas de una forma muy parecida a como lo hacían sus antepasados, pues, semejantes a éstas, aunque muchas veces más en el fondo que en la forma, se pueden ir rastreando, aquí y allá, a lo largo de toda nuestra geografía.

Así tenemos "El Primero Brigidero", celebrado en muchos lugares el día uno de febrero. Es el día de Santa Brígida, pero que corresponde a una antigua diosa llamada Brigder o Brigid, diosa del fuego y de la fecundidad; "El Segundo Candelero", celebrado el día dos de Febrero, coincidiendo con el de la Purificación de la Virgen, pues el papa Gelasio, al no poder desterrar las famosas "Lupercalia" (cuyos lupercos, a latigazos, propiciaban la concepción y el alumbramiento), instituye en el año 597 la de la Purificación, siendo denominada en muchos lugares como "La Candelaria", en la que salían también hombres enmascarados para asegurar la fecundidad de las mujeres casadas. Más ancestral aún es considerada la fiesta de "Las Águedas", el cinco de Febrero; es el día de las mujeres casadas, que en su fiesta piden con coplas y cánticos a su santa patrona les conceda abundante leche durante la lactancia, hecho que le da un marcado carácter de supervivencia de la especie. Semejante es la costumbre de cantar las "Marzas" para propiciar el buen tiempo y las buenas cosechas. En muchos lugares sigue haciéndose la noche del último día de febrero al uno de marzo, pero en otros se hace para Navidad y Reyes, al cambiarse el comienzo del Año con el calendario Juliano a Enero, por lo que son de marcado carácter augural para el año que comienza.


De todo esto podemos deducir:

  1. 1º Que los cristianos en el S. III no sólo celebraran la fiesta de las Calendas de Enero, sino también las Saturnalia, Liberalia, Brumalia, Lupercalia y Matronalia, caracterizándose sobre todo por sus rituales fálicos, orgiásticos y fecundantes.

  2. 2º Que en estas fiestas los hombres, o bien con máscaras o bien con pieles de animales, se transformaban adquiriendo apariencias monstruosas. Posteriormente algunos adquirirán también aspecto mujeril, saliendo todos danzando, gritando, cantando canciones consideradas como sacrílegas, y haciendo augurios y sacrificios; se excitan con el vino, y se unen los de uno y otro sexo.

  3. 3º Que el paso a la Edad Media se ha producido, teniendo pues sus orígenes en esas otras de tradición pagana.


Así pues, si bien las citadas fiestas parece que han desaparecido, pues ningún texto consultado nos las nombra, sí han aparecido otras fiestas de carácter religioso que vinieron a sustituir a las anteriores; y si bien la Iglesia pudo marginar a aquéllas, todavía era muy pronto para poder desvincularlas de su contenido y manifestaciones. Varios son los datos en que nos apoyamos para afirmar esto:

En primer lugar, es bien conocida la política que la Iglesia ejercía en aquellos lugares, en que las costumbres y creencias ancestrales estaban todavía muy arraigadas entre las clases populares. En una carta de Gregorio el Grande, dirigida en el 601 a sus enviados para predicar la religión cristiana, encontramos la siguiente recomendación:


  1. "Si los templos de Gran Bretaña están bien construidos, deben dejar de ser el centro de adoración de los demonios para estar al servicio del Dios verdadero. Así el pueblo, viendo que sus templos no se destruyen, podrá eliminar el error de su corazón y, al conocer y adorar al Dios verdadero, acudir más libremente a los lugares a los que está acostumbrado." (SHARKEY, J.: Misterios celtas, pág. 21. A dicho mensaje hace también referencia VÁZQUEZ HOYS, A.

  2.                                                                                                    Mª: "Pervivencias paganas en la popular", Centre d ´estudis de la Plana. Bulletí nº 6, abril-juny 1986, pág. 53.)


Por otro lado, si comparamos el calendario festivo pagano de los últimos tiempos del Imperio con el cristiano, vemos como ambos se ajustan a un esquema muy parecido. Si en el primero se celebraban las Kalendae Januariae con mascaradas de hombres disfrazados de mujeres, animales etc., y con figuraciones del "Cervulus" y de la "Vitula", en el segundo tenemos, por las mismas fechas, la celebración de San Sebastián con las mismas mascaradas y figuraciones. Si en Febrero se celebraban "Las Lupercalia" y a continuación "Las Matronalia" para asegurar la fecundidad de las mujeres, vemos como "El Primero Brigidero" y "El Segundo Candelero" vienen a sustituir a éstas. No cabe duda de que la Iglesia, en este caso, hace lo mismo con las fiestas que lo que San Gregorio recomienda que hagan sus misioneros con los templos.

Otro dato es el que nos aporta San Martín Dumiense, al quejarse de que muchos cristianos empezaban en su época (S. VI) a contar el año a partir de Enero y no del equinoccio de Marzo, que era la fecha más apropiada para él, por decirlo Las Sagradas Escrituras. Tenemos, pues, una fecha bastante concreta en que debió de producirse la adaptación del calendario juliano, haciendo coincidir el inicio del año no sólo con las Calendas de Enero, sino también instituyendo en esta fecha la Natividad del Señor; de esta manera se empieza a dejar de hablar de dichas fiestas, para comenzar a conmemorar el nacimiento de Cristo, pero el pueblo sigue disfrazándose de lo mismo y celebrando las mismas mascaradas ligadas a unas festividades religiosas.

Otro ejemplo que viene a apoyar esta teoría, sería el ya mencionado de los marzantes de la antigua Cantabria que salían con motivo del comienzo del año, en las Kalendae Martiae, cantando las "marzas". Estos anunciaban así la llegada del primer mes dedicado a un dios de la agricultura después de los meses purificatorios. Al ser adoptado el calendario juliano, éstas se trasladan en la Edad Media a la fecha con que éste comienza el año y se celebra la Natividad del Señor.

De todo ello se desprende que: los cristianos de nuestro contexto seguían celebrando unas fiestas como lo hacían sus antepasados y que, si en principio estaban relacionadas con una divinidad pagana y de acuerdo con el calendario pagano, ahora todo eso, en la medida de lo posible, ha sido cristianizado.

Es por ello también, por lo que vamos a empezar a asistir a la aparición de toda una serie de comportamientos y acciones dentro del espacio sagrado de la iglesia, que están más emparentados con los ritos de las fiestas anteriormente descritas que con el cristianismo ortodoxo que la Iglesia intenta imponer.