Fuera del mundo mediterráneo, el "moralismo" de los Primeros Padres de la Iglesia tampoco existe en el druidismo. Los celtas jamás desdeñaban el cuerpo, y no se observa en ellos huella alguna de ascetismo, pues existe una participación activa , plena y completa del cuerpo y la materia en la vida del espíritu, teniendo que la potencia sexual y la capacidad de copular en cualquier momento, forman parte de las características del héroe celta. (MARKALE, J.: Druidas. (Tradiciones y dioses de los celtas)., págs. 239-40. Para el citado autor, esto queda constatado en el pasaje de la comilona a que Dagda fue sometido por los Formoré, teniendo que a causa de ésta es incapaz de copular, por lo que es motivo de toda serie de reproches y burlas por parte de su mujer. Una descripción más amplia de este asunto la encontramos en: Ibídem, págs. 109-10, en las que vemos como se resalta más claramente la potencia sexual de Dagda, y en páginas siguientes son reseñados los paralelismos existentes entre éste y el Gargantua de Rabelais.

 


Si nos remitimos ahora a otras fuentes bíblicas, tal unión no puede implicar pecado. Ya en el Génesis (Gen. 1, 22), Dios crea a los animales y los bendice para que se reproduzcan, más tarde hará lo mismo con la pareja humana. Incluso en el Cantar de los Cantares podemos ver una posición positiva del placer sexual. (JACOBELLI, M. C.: Risus Paschalis, pág. 104)  En el Antiguo Testamento existen cinco libros, llamados también "Meghilloth", o Rollos, que se leían en la sinagoga con ocasión de las fiestas principales. En la solemnidad más importante, es decir, el día de Pascua, se leía el Cantar de los Cantares, con el que el pueblo de Israel celebra el final de la esclavitud y el amor de Yavé hacia su pueblo, utilizando las palabras más características del amor humano y del placer que dos jóvenes enamorados se dedican.


A través de él se cantan los besos, los senos, la vulva, las caricias de la mujer amada, y el deseo recíproco de dos cuerpos jóvenes ebrios de amor. (Ibídem, pág. 87)  Pero se da la circunstancia de que este hecho no sólo es privativo de éste, ya que la misma posición podemos encontrárnosla en otros pasajes, pues toda la relación entre Yavé e Israel en sus momentos culminantes está expresada con el lenguaje del placer sexual, como en Isaías 62, 4-5 y Oseas 2, 21-22. (Ibídem, págs. 104-105. En ellas no solo reproduce los textos mencionados, sino que también en notas a pie de página hace un análisis de la terminología y su alcance significativo) 


Después del triunfo del cristianismo, y ya desde un primer momento, la unión sexual fue una cuestión muy debatida, hasta tal punto que la relación eventual de nuestros progenitores en el Paraíso fue motivo de controversia a lo largo de los siglos.


Santo Tomás, siguiendo a San Agustín, opina que Adán y Eva no tuvieron relaciones en el Paraíso, porque poco después de haber sido creada la mujer fueron expulsados de él a causa del pecado, pero añade, que bien pudo ser porque esperaban una orden que precisara el momento, pues de Dios ya habían recibido un mandato genérico; (1, q. 98, a. 2. En: JACOBELLI, M. C.: Op. cit., pág. 102) y llega mucho más allá cuando dice:


  1. "...si nuestros progenitores hubieran tenido tiempo, es casi seguro que se hubieran unido sexualmente, y no -como dicen algunos- sin placer, sino, al contrario, con un placer mucho mayor que el que sentimos hoy porque el placer es tanto más grande cuanto más pura es la naturaleza y más sensible el cuerpo". (1, q. 98, a. 2. En: JACOBELLI, M. C.: Op. cit., pág. 103) 

 


Creemos que es importantísima la conclusión a la que llega Santo Tomás, pues nunca oímos enjuiciar, por parte de uno de los grandes representantes de la Iglesia, el placer sexual en este sentido. Muy por el contrario, a la Iglesia siempre le ha costado ver esta relación de una manera positiva, y como ejemplo de ello tenemos las opiniones de muchos Santos Padres tolerándola simplemente con el fin de procrear, como nos deja constancia San Jerónimo, e incluso yendo más lejos como un San Agustín, cuando considera que nada envilece más al hombre que las caricias de una mujer y las relaciones corporales que forman parte del matrimonio. (En: Ibídem, pág. 116)  No obstante, y pese a todo, vemos como la unión corporal es lícita, aunque sólo sea con un fin determinado: "la procreación". (Amplia información sobre las actitudes que el cristianismo adoptó con respecto al matrimonio, la procreación el celibato y todas estas cuestiones referentes a la sexualidad, podemos encontrarla en el libro de PAGELS, E.: Adán, Eva y la Serpiente. A través sus páginas podemos documentarnos más ampliamente sobre las controversias que estas actitudes despertaron, al ser interpretadas de diversos modos por los cristianos durante generaciones o milenios. También sobre "sexualidad y cristianismo", ver: DESCHNER, K.: Historia sexual del cristianismo, págs. 101 a 134)

 





 

Fuentes sobre el Coito