Hombre en cuclillas



Según Beigbeder, cuando vemos a estas figuras desnudas sobre hojas de acanto, como en las dos Victorias aladas auvernenses de Mozat, tienen siempre un sentido de fecundidad. (BEIGBEDER, 0.: O Léxico de los símbolos. Vol. 15 de la serie Europa románica, pág. 165)  Esta simbología se encuentra acentuada al observar como con sus escudos cubren a un personaje un tanto grueso y sonriente, que se asemeja mucho a un sileno de la serie de Dionysos, de Pan, o del egipcio Bes, genio de la fecundidad, significando todos ellos el final y recomenzar de la vida a la vez. (Ibídem) También en Bourges se intenta ver personificando al mes de Enero, colocado junto al árbol desnudo, expresa la idea de la planta que germina antes de brotar. En Toulouse parecen soplar sobre la planta, del mismo modo como si se hiciera sobre un grano a punto de emerger, pudiendo relacionarlo con un motivo de Chalon, que representa la germinación del grano. (Ibídem. En última instancia, evocan todos ellos para Beigbeder, la idea de los elegidos que esperan acceder a la vida divina, como los que aguardan debajo del altar en el Apocalipsis de San Juan) 


Sigue diciendo el citado autor, que es en el tímpano de Saint-Ursin de Bourges, cuando la figura del hombre en cuclillas adquiere una dimensión muy definida dentro del contexto en el que está inmerso, en el que se puede ver el desarrollo de la vida relacionado con el del año, y en el que el hombre en cuclillas estaría en relación con esta idea del año que se va y el año que comienza. (BEIGBEDER, 0.: Op. cit., pág. 165-66. A través de estas páginas, el citado autor hace un estudio del tímpano en cuestión, en el que también compara a estos hombres en cuclillas que aparecen en él, con el dios latino Janus, el dios de las dos caras, que simbolizan claramente el año que se va y el nuevo que comienza) Esta idea se intenta ver simbolizada en los dos personajes en cuclillas que aparecen en los dos extremos del calendario, correspondiendo a Enero y Febrero, pues en la diócesis de Bourges, febrero se correspondía con el comienzo del año. Así mismo, estos dos personajes están asociados al fuego y a símbolos vegetales, elementos que anuncian renovación y que la vegetación vive a ritmo lento, germinando oscuramente bajo la nieve. Es preciso hacer notar también, que se suceden toda una serie de temas que evocan la vida y la muerte, como por ejemplo un injerto en un árbol, la lucha con un jabalí (juventud), una fruta de la que se ve el cabillo (fecundidad), la enseñanza del lobo (alimento espiritual), la cigüeña y el lobo (alimento temporal). Oponiéndose a éstos tenemos la zorra que está a punto e lanzarse sobre las gallinas, la caza del ciervo, el oso que va a invernar, y Enero mismo, símbolos todos de muerte. (Ibídem, págs. 166-67) En la clave del mismo tímpano nos aparece un tercer personaje, en el que se quiere ver representado a "coccim caccans", adaptación de un tipo de amuleto galo. Este estaría simbolizando al solsticio de verano, teniendo un significado cósmico, y evocando el "perpetuo retorno". (BEIGBEDER, 0.: Op. cit., pág. 166)  El mismo personaje lo vemos representado en otros tímpanos como los de Vézelay, Autum, Lorignac (Charente), y con el mismo significado y simbolismo. (Ibídem) 


Es precisamente en estas representaciones en donde podemos ver más analogías iconográficas con nuestra plástica, pues es la representación de un hombre desnudo, sedente, sin características itifálicas en Autum, pero con ellas marcadas (aunque por el estado de conservación casi no se aprecian), en Lorignac y Benet (Vendée). Se quiere ver también a este personaje emparentado con un antepasado suyo, "Annus", representado en la parte central y en la misma postura, en una miniatura de un manuscrito suabo, en la que aparece la representación del año; pero ahora, más que representar al año mismo, su autor se hace eco de un viejo simbolismo popular del solsticio de verano. (CHAMPEAUX, G. de, y STERCKX, D. S.: Introducción a los símbolos, págs. 505-6) 


También esta imagen en cuclillas la vemos aparecer en el "Codex aureus de Echternach", S. X, conservado en el Nat. Museum de Nüremberg. Es en este caso la representación de la "Tierra", pues debajo de la cruz se encuentra una figura en esta posición, y encima de ella podemos leer claramente escrita la palabra TERRA. (En: GUERRA, M.: Simbología románica. El Cristianismo y otras religiones en el Arte Románico, pág. 177)