Al Suroeste de la actual región cántabra, a cinco Kms. al Sur de Reinosa, se encuentra la Colegiata de San Pedro de Cervatos, en el Valle de Campoo, en la zona denominada Campoo de Enmedio.






La primera repoblación del valle de Campoo parece que fue realizada ya en el S. IX. Durante esta época Campoo estará bajo la corona astur-leonesa, para ser ya completamente castellano a partir del año 950, año de la independencia de Castilla, y al ser todo este valle tierra fronteriza y paso obligado desde la meseta castellana a la zona costera, tuvo una primordial atención por parte de los condes castellanos, pudiendo considerar a Cervatos como un monasterio que goza de identidad propia pero dependiente del patronato real.

Por lo que respecta a su cronología tenemos dos inscripciones. Por la primera sabemos que en el año 1199 se dedica la iglesia de San Pedro, siendo abad de la misma un tal Martín. La segunda es más confusa pero nos da una fecha de 1129, que está mucho más en relación con las características de la iglesia.


Por lo que respecta a sus monjes, parece ser que proceden de La Montaña y se establecen aquí, lo mismo que los de toda la Castilla primitiva, en donde se conocen ya desde el S.VIII toda una serie de monasterios cuyos monjes se organizan bajo una regla muy rudimentaria llamada pacto de S. Fructuoso, refractarios a la regla benedictina y a la vida canonical en su más estricto sentido.

La Iglesia de S. Pedro de Cervatos, único resto de este antiguo monasterio, constituye por sus características el mejor ejemplo que tenemos de toda esta temática e iconografía que en un principio denominamos como obscena. Su estado de conservación es inmejorable, y al no haber sido víctima de reformas posteriores, es puntal a la hora de nuestro estudio, y máximo si tenemos en cuenta su temprana cronología, la importancia que en su día tuvo el monasterio, y la influencia que a nivel artístico se observa en otras construcciones de la época, es por todo ello por lo que podemos decir que Cervatos marca escuela.








En cuanto a su iconografía general, al exterior observamos un predominio casi absoluto de esa iconografía que viene denominándose erótica u obscena, y de esa otra que siempre nos aparece muy relacionada con ella, pues, como pudimos comprobar, es raro que aparezca la una sin la otra.







Por otro lado, no se concentra en un lugar determinado, se extiende por todo el exterior a través de canecillos y capiteles, tanto del ábside como del tejaroz, fachada sur y norte; si bien en esta última, y debido a las inclemencias del tiempo que castigan más duramente a esta parte, su estado de conservación es nulo, aunque por los restos que nos quedan se podría decir que reúne las mismas características de lo conservado, que es mucho.




 

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